IYA 2009 MALTA
  El Pais.com 03.06.09
 

45 países se reparten la superficie de la Luna

Una propuesta del Año de la Astronomía invita a aficionados y expertos de todo el mundo a enviar fotos del satélite de la Tierra para construir un mosaico con imágenes de todos los países

EMILIO J. GARCIA 03/06/2009

Tranquilos, no es que las potencias mundiales se hayan lanzado en una frenética carrera colonizadora en busca de la mayor extensión de superficie lunar posible. No, nuestra vieja amiga no provoca tanto interés en nuestros gobernantes, al menos hasta que no se descubra petróleo (algo difícil conocido su inexistente pasado biológico) o se demuestre que el polvo lunar es un recurso energético de mejor rendimiento que el oro negro (no parece el caso). No, el culpable de este reparto selénico es algo mucho más constructivo y humano. Se trata de La Luna para la Humanidad, una actividad del Año Internacional de la Astronomía 2009, en conmemoración del 40 aniversario de la llegada del hombre a la Luna.

La organización del proyecto ha dividido la cara visible de la Luna en 45 secciones

La Luna para la Humanidad es un proyecto que pretende mostrar la Luna como un símbolo de paz y de unión entre todos los hombres y mujeres del planeta, y que rápidamente ha sido acogido de manera entusiasta por todos los países participantes del Año de la Astronomía, incluido España.

La idea es muy sencilla. Consiste en elaborar una imagen mosaico de la Luna a base de fotografías tomadas en diferentes países. A modo de un puzzle lunar internacional, cada país participa con la imagen de una determinada pieza, es decir, con una sección de la superficie lunar. Una vez completo, este mosaico lunar será exhibido y distribuido por todo el mundo como un legado más del Año Internacional de la Astronomía. En España se ha abierto un plazo, que finaliza el próximo día 15 de junio, para todo aquel que quiera enviar su propia fotografía de nuestra pieza lunar asignada. Un comité eligirá entre las imágenes recibidas aquella que representará a España en La Luna para la Humanidad. Las bases están en www.astronomia2009.es.

La "sección 33"

Todo esto está muy bien, pero ¿cuál es nuestro trocito de Luna asignado? La organización del proyecto ha dividido la cara visible de la Luna en 45 secciones, como se puede ver en la imagen de este artículo. La sección que debe convertirse en objetivo de nuestros astrofotógrafos es la "sección 33". Esta elección no es casual, ya que en este pedazo de Luna se encuentran dos de la veintena de cráteres que existen en la superficie de nuestro satélite bautizados, bien con nombre español, bien en honor de algún personaje de nuestra historia. En esta "sección 33" convive el cráter Alphonsus, de 119 kilómetros de diámetro y 2,7 de profundidad, y que recibe su nombre en memoria del rey Alfonso X el Sabio, junto a un joven cráter de 96 kilómetros de diámetro y 3,6 kilómetros de profundidad, con el epónimo de Azarquiel, uno de los astrónomos más importantes de nuestro pasado andalusí. Ambos forman, junto al gran Ptolomeo, una hilera continua de cráteres que pasa por ser uno de los paisajes lunares favoritos de los astrofotógrafos.

Que el rey castellano y el sabio astrónomo andalusí convivan tan próximos en la superficie lunar no es casualidad. De entrada, ambos nacieron en Toledo, aunque con dos siglos de diferencia (Azarquiel en torno al 1030, y Alfonso X en 1221). Además, fueron varios escritos de Azarquiel los que el sabio soberano mando traducir y añadir a sus Libros del saber de la Astronomía, entre ellos el Tratado sobre la Azafea, donde describía los principios y técnicas necesarias para construir una azafea, un instrumento de observación astronómico inventado por él mismo y que permitía (al contrario que el astrolabio) poder realizar observaciones en cualquier latitud terrestre, algo tremendamente útil no solo para astrónomos sino también para navegantes.

Las Tablas Toledanas

Además de magníficos instrumentos astronómicos, Azarquiel compiló concienzudamente a lo largo de su vida un conjunto de datos observacionales que posibilitaban el cálculo de las posiciones de planetas y de estrellas -las llamadas Tablas Toledanas- que estuvieron en vigor varios siglos hasta ser sustituidas por las Tablas Alfonsíes, una suerte de versión mejorada de la obra de Azarquiel dirigida, precisamente, por Alfonso X el Sabio, y tan solo superadas en precisión e importancia histórica por las Tablas Rodolfinas de Tycho Brahe y J. Kepler.

Uno de los objetos astronómicos más exhaustivamente estudiado por Azarquiel fue la Luna. Su obra contiene más de 37 años de observaciones continuadas de las posiciones y fases lunares. Muchos años mirando La Luna. Seguro que a Azarquiel le hubiera encantado participar en La Luna para la Humanidad.

 

Emilio J. García pertenece al Instituto de Astrofísica de Andalucía

 
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